De Rafael Polibotanica Fernández

 


ARTEMISA ANNUA L. (ASTERACEAE), “AJENJO DULCE”. LA PLANTA CON POTENCIAL ANTI-COVID-19. Dr. R.

De la Artemisa annua L. se extrae la artemisinina, un eficaz remedio contra la malaria, pero esta planta tiene otros usos medicinales como antiparasitario o antivírico, entre otros, y hasta se estudia su potencial contra el SARS-CoV-2.

De pocas plantas se ha hablado tanto en los últimos tiempos como de la A. annua L. es una planta anual de la familia Asteraceae que puede crecer, sobre suelos ricos, hasta los dos metros de alto o incluso más, aunque generalmente es de menor tamaño. De aspecto grácil, presenta el tallo estriado, a veces de tonos rojizos, y diversas ramificaciones. Las hojas aparecen varias veces segmentadas, son de color verde brillante, y las florecillas están agrupadas en inflorescencias paniculadas o racemosas, consistentes en capítulos hemisféricos que cuelgan hacia abajo (nutantes).

Es una planta muy fragante o aromática, de tacto un poco viscoso, que florece al final del verano. Con fines medicinales se emplea la planta entera, pero especialmente las sumidades floridas, que se deben cosechar en plena floración y ya no después.

 A. annua, también conocida como ajenjo chino o ajenjo dulce –sweet wormwood en inglés– es una planta casi cosmopolita, que se ha ido integrando con los años en la medicina tradicional de muchos países de Asia y África. Su uso en China, donde se conoce como Qing Hao (qīnghāo), se cree que se remonta al año 200 antes de Cristo, en plena dinastía Han, y figuraba ya en determinados testimonios escritos hallados en antiguos yacimientos arqueológicos del sudeste del país.

Es probablemente originaria de China, Vietnam, Corea, este de Rusia, y tal vez de las orillas del mar Negro y el Caspio en Europa. En los últimos decenios ha mostrado una gran capacidad de expansión y se encuentra como adventicia en muchos puntos de África, América y Europa. Se planta también en huertos, viveros medicinales y jardines. La encontraremos, a veces casi de forma dominante, en cauces y riberas de río.

Considerada por algunos como una panacea y mirada por otros con mayor o menor desconfianza. Al uso milenario que deriva de la práctica tradicional china se suman una larga lista de estudios clínicos que hacen de esta planta una promesa controvertida en la lucha contra enfermedades como la malaria, la enfermedad de Chagas, la leishmaniasis, algunos tipos de cáncer y, más recientemente, contra el cruel coronavirus SARS-CoV-2, responsable de la pandemia de COVID-19.

Pero fue a partir de los estudios llevados a cabo por la doctora y química Tu Youyou cuando se descubrió el potencial de un componente de la artemisa, la artemisinina, como medio eficaz para combatir la malaria, estudios por los cuales la doctora recibió el premio Nobel de Medicina en 2015. En la actualidad la OMS reconoce la eficacia de la artemisa annual en la lucha contra esta otra epidemia, pero en combinación con otros tratamientos.

La composición bioquímica de la A. annua ha sido estudiada a fondo, pero su comprensión resulta harto compleja. Resumiendo, los principios activos más destacados del ajenjo chino quedan enumerados a continuación:

Aceite esencial, con terpenos de importancia terapéutica como càmfora, cineol, tuyona, beta-cariofileno, beta-selinene y otros.

Flavonoides, quercetósidos.

Lactonas sesquiterpénicas como la artemisinina, ácido artemisínico.

Fitoesteroles como el estigmasterol.

Vitamina A.

Cumarinas


El componente activo al que se le atribuye el mayor potencial terapéutico es la artemisinina. Su extracto y los derivados del mismo han mostrado claros efectos antivirales, antimaláricos, antiinflamatorios, antialérgicos, febrífugos, expectorantes, antiparasitarios y antifibróticos, y también podrían activar un efecto autoinmune o inmunoregulador.

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